lunes, 19 de julio de 2010

Una noche

Entramos en un bar. Es tan tarde que no me quiero ni acordar. Está lleno pero destaca ella. Su pelo corto es amarillento como el papel viejo.
Sus movimientos de arcilla moldeable traen de cabeza y bragueta a más de medio local y yo, como uno más, me embobo mirándola. La barra no agradece un codo más apoyado en ella pero tampoco se queja.

- Whisky cola. Pido al camarero. Pero no me hace caso. Sigue atontado con aquella chica como quien mira al fuego. Sin sentido pero con mucha ilusión.

- Maestro. Las ganas de beber las pongo yo...tú sólo ponme un vaso con dos tipos de bebida y poco hielo.-Parece que reacciona. Con mal gesto me pone el cubata.

Me giro y sigo mirando el show. Jamás conseguiré una mujer así. Las mujeres así sólo salen con chulos o con gente con pasta.
Me miro. Me huelo. Me doy asco. Bebo un trago. La miro. Imagino su olor. Imagino cómo será de día. Bebo otro trago. Mis sospechas se confirman. No es whisky si no garrafón. Ni mi cabeza ni mi salud lo agradecerán mañana. Pero eso es lo de menos.

Ella es consciente de que la miran. Eso le gusta y le produce una mezcla de excitación y vergüenza que la pone aún más cachonda y le impide parar.

La doy por imposible y me vuelvo a mis amigos. Conversaciones tan estúpidas que sólo las podemos definir como conversaciones etílicas.
- Colega...te quiero tío. Sin mariconadas pero es que eres la ostia. Nunca me has fallado. Dios...yo...yo...yo por ti doy la vida colega.
Le dice Fernando a la máquina de condones confundiéndola con alguno de nosotros. Unos le graban con el móvil para horas más tarde subirlo a Youtube. Álex se acerca a Fernando intentándole separar de la máquina de condones.

- Tú hijo de puta no le tocas a mi colega.Antes...Antes te mato.
Intenta acabar la frase Fernando antes de dormirse en un rincón de la entrada al baño.

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