jueves, 6 de enero de 2011

De profesión Antortzero

Visto lo visto, espero que los Reyes Magos de Oriente se hayan portado como si fueran de Occidente. Ya sabes, en plan consumista total.
Creo que esta parte que viene ahora se parece mucho o bastante, a la que escribí hace un año. Sólo que con más entusiasmo.

Como habrás podido comprobar, me encanta el estrés. Me hace sentirme útil para con mi entorno. Eso de andar corriendo de aquí para allá. De estar pendiente de los demás, de meter y que me metan (caña)y sentir que lo que hago tiene un sentido, un final o un resultado.

No se había acabado aún el entrenamiento cuando tuve que lanzarme a la carrera para cambiarme de vestuario. Sustituir las botas de tacos por las alpargatas, la sudadera por la blusa o "casaca" y cambiar el silbato por la antortxa.

Aparqué a las afueras de Ansoain y con el tiempo ya cumplido (eran las cinco y media y a esas horas ya se suponía que empezaba la cabalgata). Corrí cual galgo jubilado los 500 metros que me separaban de la iglesia. Llegué jadeando. Apenas articulé dos palabras, ya entendieron que yo era el antortxero que faltaba. Me vestí más rápido de lo que suelo desvestirme cuando tengo novia y me lancé a por los otros 200 metros que me faltaban hasta el ayuntamiento.

A partir de ahí, una caminata de dos horas y en las paradas venga a subir críos a la cabalgata, todo sin parar. Discute con un par de padres, saluda a todos los conocidos pero sobre todo y ante todo, reparte felicidad y entusiasmo a los más pequeños. Los protagonistas del día.

Yo ya sabes que soy un apasionado de las cosas que hago. Que lo vivo e intento transmitir esa energía a los que están a mi alrrededor porque disfruto.

Era el único antortxero que jugaba con el gusiluz o pirulo de luz. (La linterna esa que utiliza la policía para dirigir el tráfico) el único que bailaba y se acercaba a los niños para que cogieran la literna. En fin, para algunos habré sido el único tonto de la cabalgata. Para otros un tontico que quería llamar la atención.
Sin embargo, yo sé que lo hice para que los niños disfruten. Este año me tocó escoltar a Gaspar. En los tramos sin peligro, me acercaba a los niños y les decía "que no se os escucha. ¿Cómo se llama?" y los niños se ilusionaban más y desgastaban un poco más la voz.

Cuando yo era bastante más pequeño, recuerdo que sus Majestades de Oriente subieron a casa. Mi hermano y yo estábamos dormidos y me despertaron mis padres moviéndome y diciéndome "Unai, Iñaki, los Reyes Magos". Ya sabía la verdad para entonces.
Pero durante 3 minutos la olvidé. Sólo me invadió la sorpresa y el asombro. ¡Los Reyes Magos en mi casa! Ese momento imborrable, hace que esboce una sonrisa cada vez que tiro de infancia. Quizás sea por eso que me parezca imprescindible participar cada año en la cabalgata de Ansoain. Para devolver esos 3 minutos a cada niño de Ansoain con el que me cruzo el día 5. Y al igual que entrenar, también lo hago de forma gratuita.

Este último aspecto bien se merece un pequeñísimo apartado. Entiendo que estamos en crisis y... poco más. Cambias tu tiempo por la felicidad de muchos niños. ¿Tan importante te crees, que tienen que pagarte para participar en mantener la ilusión de los más pequeños? Cuando no sabes qué hacer tirado en casa, en un bar o aparcado en algún lugar sin nada que hacer, ¿tan valioso es tu tiempo entonces?

Porque es una pena enorme, pero cada vez participa menos gente y la que lo hace son en su mayoría jubilados, que llevan participando una veintena de años el que menos. Y quizás no tengamos tanto glamour ni seamos tan impactantes como las cabalgatas de lugares más grandes pero aquí sientes la magia de los Reyes. La ilusión de los niños, el calor de la gente que también colabora contigo. Yo soy el más joven con diferencia de los antortxeros y no quisiera imaginarme el año en que por "x" motivos me lo pierda. Así que en una época de crisis económica, ¿por qué no hacer un trueque de tu tiempo libre, por la felicidad de los demás? Además, si estás agusto, el tiempo que inviertas te parecerá poco.

Para acabar, te dejo una fotografía de un Olentzero, que es la misma vestimenta que utilizamos los antortxeros. Sólo que sin forro de oveja y sin pipa. Pero en el caso de esta fotografía vamos igual vestidos.



Nada más. Pasa buena semana y...¿nos veremos el lunes? Así te dejo algo de tiempo para que leas la entrada durante el resto de la semana.

1 comentario: