jueves, 29 de septiembre de 2011

Sin ser demasiado tarde para irse a dormir pero con la temprana necesidad de hacerlo, se desvistió y se fue a la cama. No se puso el pijama. Cogió una camiseta que llevaba tres días en la silla y se la puso para dormir. LLamaron a la puerta pero no respondió. El móvil no había dejado de sonar toda la tarde y estaba saturado del mismo y repetitivo sonido. Se dirigía hacia el templo que que era su cama. El gato se le cruzó. Le lanzó un maullido que intentó pero no alcanzó a comprender. De forma automática siguió al gato que lo llevó hasta su comedero. Le llenó la comia y el agua que estaban vacios.

Se echó a dormir finalmente en el sofá.

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