martes, 6 de septiembre de 2011

Reconstruído al 70%

Joder ... esta última semana he temblado. Me han dado ganas de llorar. He pensado en abandonar y pirarme lejos de aquí. No decir nada a nadie e irme cual perro con el rabo entre las piernas. De mi boca salía que no era una huída. Era una necesidad de afrontar nuevos retos.


El corazón gritaba que era mejor dejarlo todo. Conseguir un cambio ya. Radical.

Como ya sabes el coche me hizo una fumata blanca el día de mi cumpleaños, doblé la llave ...


Además y por orden cronólogico, me despiden por querer cogerme vacaciones. Caos. Un año estructurado entero. Unos horarios acordes a un trabajo y de la noche a la mañana, me encuentro sin trabajo y con la necesidad de tener una flexibilidad laboral tan grande debido a mis horarios, que la única solución era trabajar de noche. Estudiar por la mañana y entrenar dos días por la tarde. ¿Dormir? Siempre tendría 4 horas por ahí muertas. Me acojoné. Sólo me queda un año aquí y ... pensaba se me iba a hacer eterno.


Para colmo, el jueves voy hacia el coche que tenía aparcado en frente del Ogipan (panadería, cafetería, restaurante y bar) y según me acerco no me lo podía creer. El intermitente izquierdo trasero reventado. Lo primero que hice fue mirar en la luna delantera, para ver si me habían dejado nota. Nada. Pagas 600 euros de seguro de coche. Cada vez que llega la factura te cagas hasta en Dios ¿y cuando das un golpe no dejas parte?


Visto lo visto, entré en el Ogipan para ver si habían escuchado algo. Nada. Desesperación. Cagada en lo más sagrado y resignación. Partes iguales de mala leche y resignación mientras escuchba a todo volumen a Platero y llevaba a mi hermano a los exámenes de Septiembre. Sin curro, con el coche jodido, unos horarios casi imposibles de adaptar a un trabajo diurno ... y para no faltar a mi tradición, entre una boda y un día suelto, creo que lo intenté con unas diez chicas. Las diez me dieron una patada. Unas por ser demasiado borracho en una boda o porque tenían marido, y la última por no darle un beso de manera romántica e intentar cambiarselo por un cigarro aliñado. No pienses que fue "Te doy una calada sí me das un beso". No. De una manera más orginal pero no memorable.


Así que toqué fondo. Hundido me lié a tomar cafés. Y como al único sitio que voy de Ansoain es al mencionado Ogipan, decidí contar ahí mis penas al camarero. Teníamos cierta confianza y como me apetecía le conté todo lo que tú ya sabes. Me dijo que si sabía de algo me diría pero que no me esperara grandes cosas.


Fundido en negro. Caos. Silencio. Reflexiones sobre huídas a Zaragoza. Que sólo mis padres, algún amigo y tú supierais más de mi vida ... El viernes volví al Ogipan a tomar mi cortado mañanero y el dueño, me dijo que si quería ese mismo día a la tarde le echara una mano a él.


Yo acepté. Cuatro duros por un par de horas de trabajo no se pueden rechazar.

Cuando estaba a punto de comenzar me mandaron a la terraza. Yo nunca había llevado una bandeja así que acojonado era poco. Nunca había atendido un comedor tan grande pero ahí que me lancé. Al menos intentarlo. Tuve una compañera. Según ella lo había pasado mal en la vida y necesitaba el trabajo.

Me limité a hacer mi trabajo. A intentar servir en bandeja, pedir comandas, ser como soy con la clientela. En el segundo viaje que hice con la bandeja llena, con el brazo izquierdo doblado atrás (como los profesionales) y esquivando niños, patines y bicicletas me empecé a partir el culo.


Mi jefa me miró extrañada. Como descubriendo el estropicio mental que tengo. Yo no paraba de reirme porque lo estaba consiguiendo. Había conseguido llevar la bandeja pegada a mi mano y con todo tipo de platos, copas y papeles a una velocidad a tener en cuenta.

Cuando comenzaron a pedir comandas de cocina yo entré como en mi bar. Seguro. Saludando a cocina y cantadoles la comanda. El "oído cocina" que dijo mi jefe me inyectó un plus más de confianza. Salí con más adrenalina inyectada y otro plus de confianza en lo que estaba haciendo.


Al final del día los jefes quisieron hablar conmigo. Pensé que había hecho algo mal así que esperaba las típicas palabras de "hoy has trabajado bien pero" y hasta aquí puedo escribir. Entre otras cosas porque no quiero adelantar más historias. NI quiero que mì padre en el hipotético caso que lea esto, se adelante a mis jugadas. Así que os dejo una foto del intermitente de mi coche como recuerdo de mi etapa oscura y la esperanza de que en breve seguiré contando mis danzas por el mundo. No pienso defraudaros. Como adelanto sólo os digo que ayer viví una experiencia que sólo podré contar de aquí a diez años. Cuando preescriba jajaja.


Gracias por leer y continúa sonriendo







No hay comentarios:

Publicar un comentario