martes, 21 de diciembre de 2010

La tarde no prometía nada diferente. Salir de trabajar descansar un par de horas y volver a enfundarse en esos negros pantalones olientes de una nicotina y utilizada.
De camino a mi rutina apareció ella. Digamos que la conocía de hace tiempo. Escribamos que fue la casualidad la que nos puso en el mismo camino.

Nos miramos. Nos echábamos de menos. Ella no lo quería reconocer y yo soy demasiado duro (gilipollas) como para demostrarlo. Durante tres segundos nos cruzamos y nos dimos la espalda. La curiosidad nos unió a nuestros reversos. Ambos nos giramos y sonreímos. "En verdad no has cambiado" pensamos instantáneamente. En verdad uno de los dos había evolucionado más.

Le conté que hacía tiempo que no follaba. Que como dice extremoduro "me abrazaste y se me puso dura" ella me cambió de tema. Comprendí entonces que no podía ser tan brusco. Debo de ser estúpido al pensar que estas cosas pueden suceder así. Tomamos un café mientras ella contaba su vida y yo me deprimía al ver cuanto de bien le iba a ella y como de "normal" me iba a mi. "A este paso descubres la cura del cáncer mientras yo me muero tirando vinos" Se ríe. Conozco esa mirada. Me acaba de follar con la mirada. Creo que el sentirse superior a mí le excita. Nos quedamos en silencio. Se ríe mientras agacha el rostro y me mira de soslayo para ver si le presto atención. Sabe que he traducido su mirada.

Para algunos sería aburrido notar o saber estas cosas. Pero cuando es algo ocasional te entra un chute de adrenalina sorprendente. Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que parece ser la primera.
Subimos al coche. Hace frío. Le digo que se me a estropeado la calefacción del coche al tiempo que intento esconder la mano entre sus muslos. Se resiste pero al final cede. Ambos sabemos que es una mentira. Ambos sabemos también que es un juego. Siento su calor. Me lo transfiere. Ella, que no es tonta, consigue llegar hasta mi epicentro sin que yo me de cuenta.
Paramos en un parking abarrotado de gente. Como en los viejos tiempos.

"Sé que no vamos a llegar muy lejos. Nos hemos vuelto a ver después de muchísimo tiempo y es normal. Así que sólo te pido que me beses. Que hace mucho tiempo que no me besan" le suelto.
Se gira sobre el respaldo. Me incorporo hacia ella. Cerramos los ojos y nuestros labios se acoplan con una experiencia y familiaridad innata. Le toco un pecho. Se me pone dura. Se separa de mí unos instantes. "Hacía tiempo que no tocabas una así ¿verdad? porque has empezado a respirar de una manera..."Me sonrojo pero le asiento con la cabeza. En el segundo su lengua empieza a jugar con el hueco que tengo entre las palas. Una pareja se queda mirando el "momento pala" (mi mano estaba fuera de la teta) y se escandaliza. Yo cada vez estoy más cachondo lo que hace que cometa un error de principiante: Avalanzarme sobre su entrepierna.

Gran error. Poco a poco y sin prisas. Hay una zona de mi vaquero que ya no da más de si. Y o revienta el vaquero o me revienta la... Me dice que ya vale por hoy. Estoy satisfecho pero el animal que llevo dentro me pide más. Le acerco a casa. Nos miramos. Nos acariamos las manos. Por un momento se me olvida toda mi vidab. Al llegar a su casa se baja. Pero antes me da una sorpresa. Se baja las medias. Me enseña su semi rasurada intimidad. Creo que esta vez revienta el pantalón. No puedo evitar la tentación y antes de que me diga nada, lanzo mi dedo a la zona que sé que le gusta. Hace ademán de quitarme la mano pero la deja y agarra mi brazo con fuerza. Gime. Se revuelve y yo creo correrme sin tocarme. Saca mi parte más dura. La agarra y se sorprende. Hace un comentario sobre que ha crecido en anchura. Apenas han pasado 45 segundos pero han sido intentísimos. Con promesas de volvernos a ver nos despedimos hasta la próxima vez. No quedamos. Ya coincideremos. Ella se marcha. Yo casi me he ido.

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