viernes, 2 de enero de 2015

Cualquier tiempo pasado fue mejor

Y no cabe duda. A veces estamos tan cómodos en el pasado. En nuestra propia mierda que nos sentimos cómodos y van pasando las horas con añoranzas al pasado. A llegado un momento (ojo que suena Albertucho "muertecito estoy de ganas" y es un jodido impulso) que yo personalmente ya estoy aterrorizado. Exhausto, moribundo, vagabundo de segundos que caen en el sombrero que yo mismo me he puesto y en el que sólo caen malas sensaciones.

Así que comenzamos a vivir. Sí. A atrevernos a hacer cosas nuevas. Posiblemente desde la última entrada hasta esta, la vida me ha dado más golpes de los que he sabido encajar. De hecho los he encajado tan mal que me he refugiado en el pasado. Yo, que siempre había fardado de tener una buena actitud ante los problemas,  YO, YO. YO; YO... Y sólo me cabe sonreír irónicamente hasta la polla de un insaciable auto-análisis que me ha llevado a la inseguridad máxima y, bajo la visión de hoy día, a mi autodestrucción.

Pero como ocurre siempre, cuando no hay nada, queda todo por hacer. Y ahí estamos.
No me gustan estas fechas. Las navidades, el año nuevo...  quizás por aquello de los golpes encajados. Hoy después de comer el  último pedazo de coco, he sacado un cigarrillo, lo he observado a la luz como queriendo parecer interesante y he pensado... ¿De verdad que un jodido día, un cambio de año y las chorradas que haga en su transición, va a marcar el resto de los 364 días? Y aquí estamos, volviendo a escribir. Que quede constancia para cuando vuelva en un futuro y relea.

Y sin más dilaciones, hablando del pasado qué mejor manera que recordando unos cines de Pamplona que dentro de poco serán un recuerdo. Ahora están fijos, vagabundeando botellones, cogiendo polvo y quizás miradas de vecinos que han crecido viendo sus películas en la calle Iñigo Arista. Hablo de los Cines Iturrama.




En plena revolución tecnológica existe un lugar de Pamplona donde el valor de las pesetas sigue vigente. Donde estrenos como "El paciente inglés" o la increíble "Matilda" siguen anunciando fotogramas amarillentos y descoloridos. Desde la cristalera, Matilda ha cumplido años, ha visto cambiar su entorno, ha sido cómplice secreta de besos, discusiones y siempre ha estado atenta a quien se ha refugiado bajo su porche. A su lado, El paciente inglés, más paciente que nunca, jamás se ha separado de ella desde el 96.






Como fotogramas descatalogados del encargado de montar la película de mis recuerdos, sólo puedo recordar instantes del local. Su entrada, una sala grande de butacas rojas. Aunque el recuerdo que más conservo es del párking. ¡Un cine con parking en medio de Pamplona! Las palomitas recién hechas inundaban cada céntimetro del enorme local, la doble entrada. Aquel Cine era tan grande que tenía de todo.

Puedes observar que con apenas 8 años no me empapaba de mucho pero me sigue flipando cómo ha conseguido sobrevivir. Cómo se anuncian VHS descatalogados, las 450 pesetas de su entrada o las casi 2.000 pelas por llevarte una película a casa. El fotomatón que no está pero dejó una sombra en su hueco, como huella de que una vez, dentro de él se contaron infinidad de historias.








Hoy, a punto de ser pasto de un supermercado, quiero hacer un homenaje por ser un ejemplo de resistencia. Por saber llevar tan bien el olvido y estar humildemente sobrellevando los años callado. Vacío de la energía que una vez lo erigió como uno de los cines más importantes de Pamplona. Me quedo con la espinita clavada de entrar. De poder husmear cómo son sus entrañas, cómo le ha afectado el tiempo, el polvo y acceder a todo aquello que me hizo soñar desde la infancia.



Aquí te presento a los CINES ITURRAMA:


































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