jueves, 6 de octubre de 2011

Parte 2. Así que baja hasta la Primera que tiene título

El pinganillo que llevo en el oído derecho está conectado a la radio central. Todo el puto día marujeando sobre la vida de los demás guardias jurados. Que si la Mujer de Pereda le pilló en la cama con otra y se unió. Que si a Roncesvalles le pilló la policía con medio gramo de cocaína.
Siempre lo llevo con el sonido apagado. Casi ni se escucha. Paso de la mierda de otros. Bastante tengo con la mía como para querer meterme en la de los demás.
Si quieren ponerse en contacto conmigo, me enviarán a la radio una señal en forma de pitido que escucharé seguro. Como te decía, lo llevo tan bajo que apenas lo escucho.

En la otra oreja siempre tengo algo de jazz bastante más alto. Ahora mismo estoy escuchando a Louis Amstrong. Dream a litle dream. Increíble. Sé que está prohibido. Me la sopla. Jazz mientras trabajo ¿alguien puede pedir más? .
Aún así no creas que no mantengo mi imagen de tipo duro. Con mi uno noventa de alto y mis cien kilos de músculo voy más que servido para acojonar a adolescentes subnormales, que como mucho llegarán a camareros en la vida. Para las gitanas y los rumanos, siempre pongo mi cara de hijo puta. A los que más andan por las joyerías, suelo pasearme con la mano puesta en la culata del arma. Algún día me gustaría cargarme a alguien. Me da igual que fuera moro que gitano. Español que neozelandés. Agusto descargaba mis dos balas sobre algún desgraciado.

Una vez leí en una entrevista a un soldado americano, que lo peor de estar en Afganistan, es que no tienen nada. Al no tener más que su propia vida en la mayoría de los casos, le daba igual morir.
Muchos de los 0propios soldados, habían destrozado a familias enteras delante de la mirada atónita de otro familiar, sólo por darse el gusto de hacer sentir al superviviente, la superioridad del ejército americano. Claro, al quedarse sólo, es normal que le importe una mierda morir y cuantos más se lleve por delante mejor.

Algo así me sucede a mí pero supongo que si estás viendo esto, ahora mismo es lo que menos te debe importar.
Como te decía, sabía que hoy era especial. A las cuatro de la tarde, Ray Charles me conseguía dormir con su You´ll Never wolk alone. Subí el volumen de la radio de trabajo. Ahora tocaba meterse con el actual gobierno. Joder, McDinal debería dejar esto y meterse a presentador de un programa de radio.

Me paseé hasta la terraza de la azotea. Detrás mía quedaba las tomas generales de los aires acondicionados, extractores y demás gusanos metálicos del centro comercial. La vista era preciosa. Trabajar en una de los cinco edificios más altos de la ciudad te hacía sentirte más miserable y más poca cosa que estar en las cloacas.

Bajé la mirada. Estaba el vaso de Eva. Sabía que era el suyo porque sólo ella se esconde tanto como yo. Con su mirada penetradora y sus anchas caderas, no eran pocos los hombres que quisieron mas no pudieron enfrentarse a ella, en una sudada e íntima lucha cuerpo a cuerpo, por ver quién dibuja el gemido más grande, en la imaginación de los vecinos.

Como te decía, la cosa parecía rara aquel día. Aunque más raro soy yo. Por cierto, Brian Auges con su directo en el festival de Bliezen en el 69, me excitaba. Me incitaba a sacar mis pensamientos al mundo.

1 comentario:

  1. Siempre me acabas sorprendiendo. Genial ambos relatos.
    Cada vez te superas más.

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